Diabetes infantil

¿Qué significa la diabetes infantil para los padres???

La verdad es que cuando diagnosticaron a nuestra hija de diabetes mellitus tipo I a la edad de siete años, fue un shock por varios motivos, el principal, que era una enfermedad para siempre, que no tenía cura y que nuestra hija debía convivir para siempre con la enfermedad.

Tras muchas charlas con el personal hospitalario y con la asociación de personas con diabetes, las mismas conclusiones: con ejercicio, una dieta equilibrada y un buen control insulínico, se puede vivir perfectamente, aunque recuerda que en diabetes, dos y dos no siempre son cuatro. Curioso, pero ¡cuánta razón en lo segundo! ya que no siempre llevando una buena alimentación, un ejercicio regular y las pautas de insulina correctas, se tiene control de la enfermedad.

Para poner un ejemplo a las personas que no entienden de la enfermedad, dos días seguidos puedes tomar la misma dieta, realizar el mismo ejercicio y poner la misma insulina y los resultados de control glucémico no tiene nada que ver.

Todo esto ocasiona estrés, impotencia, inseguridad. Intentas hacer lo mejor para que tu hijo esté lo mejor posible y cuando parece que lo has conseguido, mazazo: controles otra vez inestables.

Nos enseñan que no es matemático porque en los controles glucémicos influyen los nervios, la actividad física, las hormonas, los cambios metereológicos: ¿Cómo somos capaces de controlar todo esto? Tendemos a tener que ser máquinas controladoras: calcular la insulina en función a lo que se van a comer por adelantado (y aunque no tengan hambre, se lo tienen que comer o por el contrario, si tienen más hambre, esperar), en función del ejercicio (¿y si le apetece descansar y habíamos previsto pasear?¿y si le llaman para jugar y tenía previsto leer?)... y estas circunstancias son agotadoras, porque tienes que aprender a controlar tus emociones y fingir normalidad ante el niño aunque por dentro te sientas desesperado y frustrado... y si hablamos de lo que casi nadie sabe (yo no lo sabía tampoco antes): los controles nocturnos. Sí, por las noches hay riesgo de que tengan una "bajada" y les impida despertarse, o por el contrario una "subida" que le cueste la salud en el futuro. En caso de bajada, hay que despertarlos para hacerles ingerir alimento y en caso de subida pincharles insulina para regularlos, y todo, entre las dos y las tres de la madrugada. Para los niños, intentamos que no se enteren, pero os aseguro que a los padres, ya no solo el hecho de tener que levantarte, sino de tomar la decisión correcta, darles la leche o el zumo o las galletas dormiditos o pincharles a esas horas, cuando regresas a la cama la cabeza te da vueltas, porque la noche es peligrosa y da lugar a los peores pensamientos: ¿Por qué a mi hijo?¿Por qué lo hago mal?¿Qué puedo hacer para controlar la situación?

Y llega noviembre, y en los supermercados empiezan a poner a la venta dulces como turrones, polvorones y demás, e intentas no verlos porque no quieres comer para no dar envidia a tu hijo, y llegan las Navidades y en todas las casas te ofrecen comida y dulces a todas horas y procuras evitarlo e irte a caminar con ellos, pero su carita de resignación te impide disfrutar del momento y algo te corroe por dentro.
Y... ¿las situaciones especiales? o sea, lo que sería normal para cualquier niño, cumpleaños, fiestas, comidas fuera de casa... hay que preveer con antelación qué van a comer y qué van a hacer, como si fuéramos magos o máquinas, los "raros", y queremos relativizar y no dramatizar, pensar que quizás haya gente que esté peor, pero no consuela.

Y todas estas situaciones ocurren día tras día, semana tras semana, mes a mes y pasan los años, y la situación no cambia y el cuerpo y la mente se resienten y el carácter se agria y no quieres contar tus penas a nadie y quieres convivir con ello, y quieres que tu hijo sea feliz y que sufra lo mínimo posible y sigue la frustración, la impotencia y a pesar de intentar controlar tus pensamientos y positivizar al máximo tu día a día, aprendiendo cosas nuevas y hablando con familias que tienen lo mismo que la tuya, la realidad es que en diabetes no siempre dos y dos son cuatro.




                                   Port de Pollença, 4 de gener de 2013

                                   Iliana Capllonch Cerdà

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