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S'estan mostrant les entrades d'aquesta data: febrer, 2018

LA PARTITURA DE LA VIDA

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Antes de nacer ya nos formamos con sentido musical, escuchando los latidos del corazón de nuestras madres, con un ritmo constante, a veces acelerado y otras veces más tranquilo. La vida de cada persona es como un libro en blanco que empieza cuando nacemos. Lo van escribiendo los padres, abuelos, hermanos, tíos, amigos. Cada página consta de dos partes, una para pentagramas y otra para las letras. En él se va escribiendo la historia de cada vida, una larga canción con coros, solos, piezas más largas, piezas más cortas, algunas con fuerza, otras más suaves, con notas simples o compuestas, todas distintas, muchas entrelazadas. En el libro podemos leer la música con la que nos deleitan nuestros padres para tranquilizarnos o entretenernos, que ya les cantaron a ellos de pequeños, las melodías que salen de los juguetes que cuelgan en las cunas, en los cochecitos, o con los que nos entretienen. En los siguientes capítulos leemos las melodías que nos cantan los profesores en los cole

LA MEJOR MEDICINA

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Esos días que notas que te falta el aire al respirar, se te hace un nudo en la garganta y sientes un peso en el pecho, que por mucho que intentes tranquilizarte intentando dejar la mente en blanco y respirar profundamente y aún así sigues nervioso, sabes que la única mascarilla que permitirá volver a respirar es ir al hogar donde naciste. Encontrar a tu padre donde siempre y que te reciba con una sonrisa amable, a tu madre que con su mirada comprende lo que necesitas, las paredes llenas de recuerdos, tu habitación que nunca ha dejado de serlo a pesar de que haga más de veinte años que no duermes en ella, es la mejor medicina, el insustituible ventolín. Puedo cerrar los ojos y sentir la paz que necesito, no hablar y sentir que me entienden, llorar sin que me hagan preguntas si no me apetece dar explicaciones y compartir mis preocupaciones sabiendo que nadie me escuchará con tanto cariño como en esta casa. Mi refugio, mi escondite, mi caparazón, mi lugar de desconexión y reencuentr

PEQUEÑO COMERCIO

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Me encanta pasear por calles donde todavía existen pequeños comercios, de los de toda la vida, que me traen recuerdos de mi infancia y todavía existe un trato personalizado. Desgraciadamente quedan pocos, pero todavía se pueden ver algunos. Estas pasadas Navidades tuve que parar delante de un escaparate de una tienda de juguetes de Palma y me cayeron las lágrimas al recordar perfectamente una buena parte de mi infancia, el garaje de mi abuelo donde construía sus maquetas de barcos. Hice una foto y la mandé al grupo de mi familia donde mi madre, mi tía y mi hermana coincidieron conmigo. Un escaparate con muñecas que era un taller de carpintería, con todos los detalles que hay en ellos. Hecho con mimo y sin que le faltara nada. La semana pasada entré en esta juguetería a comprar un juego, y la dependienta fue una de esas personas que con profesionalidad y amabilidad me asesoró según mis necesidades. Le conté mi sensación del escaparate por Navidad, explicándole que me había emo

LAS PRISAS

LAS PRISAS Vivimos en un sin vivir, no saboreamos los pequeños momentos porque no nos damos ni siquiera cuenta de lo que hacemos porque actuamos por la inercia del día a día. Desde que nos levantamos ya sabemos que tenemos un montón de responsabilidades que, como autómatas, nos salen sin pensar: levantarnos, mientras estamos en la ducha aprovechamos para ventilar las habitaciones, preparamos los desayunos, hacemos las camas, salimos pitando al trabajo o al colegio; en el trabajo acabar las tareas pendientes y empezar las que también están pendientes, tomamos el café en la misma mesa de trabajo, al salir, (que no terminar porque es imposible) vamos a casa, calentar la comida preparada la noche anterior, poner lavadora antes de comer para tender después, acompañar a actividades extraescolares a los niños, ir a comprar, preparar la cena y la comida del día siguiente, cenar y al fin un poquito de sofá… y así día a día. Por si no bastan las tareas diarias, el teléfono móvil t

LEER Y ESCRIBIR, LA MEJOR TERAPIA

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Desde pequeña me ha gustado leer, recuerdo las primeras lecturas, la colección de “Los Cinco”, “Los Hollister”, “Puck”, tebeos; luego todos los libros que me recomendaba mi madre, de cualquier tipo, sobre todo biografías. Actualmente tengo mis escritores preferidos, pero me gusta ir a una librería, hojear los libros y comprar si me enamoro de ellos por la sinopsis o la portada. Al igual que prensa o lecturas de algunas páginas de las redes sociales. Recuerdo que cuando salía un nuevo libro de la colección que fuera y me lo compraban o iba a buscarlo a la biblioteca, me lo leía en dos tardes y luego tenía que esperar días a tener el siguiente. Me decía a mí misma que la próxima vez procuraría leer más despacio para saborearlo mejor, pero hoy en día me sigue pasando lo mismo, “devoro los libros” cuando tengo tiempo. Para mí leer me supone evasión, crecimiento, meterme en los personajes y en los ambientes, lugares y épocas que nos relata el autor, imaginar cómo puede escrib