LA IMPORTANCIA DE LA ACTITUD
Hace muchos años que convivo con enfermedades. Cuando tenía siete años, mi abuelo del alma tuvo un ictus, con el cual convivimos con total normalidad durante unos años, cuidándole y disfrutando con él. Más tarde en mi adolescencia nos enfrentamos a una enfermedad mental, un trastorno bipolar, de mi madre. En mi edad adulta, las enfermedades de mis hijas, crónicas, a sus cortas edades, una conocida y la otra poco frecuente. Ahora nos ha tocado el maldito cáncer de mi padre, contra el que estamos luchando en estos momentos. Todas ellas me han aportado conocimiento, serenidad, miedo, impotencia, pero no todo son aspectos negativos. La palabra enfermedad suele llevar asociada negatividad y rechazo en sí misma. El denominador común a todas ellas, tan diferentes en el tiempo, en mi vida, en tratamientos, quizás en gravedad o conocimiento, es la gran profesionalidad del equipo sanitario y social que hay detrás: médicos, enfermeras, auxiliares, celadores,limpiadoras,...