RECUERDOS
Los recuerdos, buenos y malos, suelen estar presentes durante nuestra existencia. Un olor, un color, una imagen, una palabra, un lugar, una fecha...
Hay que vivir el presente, recordando el pasado y pensando en el futuro, pero sobre todo, vivir el momento, porque el ayer no volverá y mañana quizás no estemos.
Pero los recuerdos nos marcan en positivo y negativo, y tenemos la gran suerte de no poder almacenarlo todo y poseer una memoria selectiva para poder filtrar pensamientos y recuerdos.
Recuerdo olores de infancia que me trasladan en el tiempo y seguir conversaciones con mi madrina que ya hace tiempo que su presencia física se fue pero que sigue viva en pensamientos y conversaciones cotidianas con mis padres, hermanos o amigos que a raíz de una comida o alguna palabra, nos la ha recordado a todos.
Siempre me han dicho que una persona que nos ha dejado, sigue viviendo mientras la recordemos. He perdido familiares y amigos, al principio los recuerdas con pena, pero esa pena con el tiempo se convierte en buenos momentos cuando por alguna razón algo te hace pensar en ellos y de repente hace que te saque una sonrisa. Y es verdad, su presencia te acompaña.
Un lugar o una imagen o una palabra en cualquier momento te traslada a momentos maravillosos que te han marcado el aprendizaje por un profesor de tu infancia, una película, un libro o una canción.
Las fechas parece que no son importantes porque los recuerdos forman parte del día a día y de cualquier momento, pero a veces la mente traiciona y cuando intentas que algún recuerdo negativo se borre para siempre, cuando menos te lo esperas, año tras año, te persigue y te traslada a ese fatídico momento que cambió para siempre el rumbo de tu vida involuntariamente y marcó un inicio de otra existencia.
Por ello he aprendido a dejarme llevar, a no luchar contra los recuerdos no tan buenos porque están ahí y no queda màs remedio que convivir con ellos. Tratar de pasar las fechas concretas lo mejor posible porque luego pasará, habrá algún momento durante el año que te marque más o menos porque forma parte de tu ser, pero seguirás recordando la dulzura y ternura que te produce una persona, un libro, una palabra, un olor o una imagen.
Ojalá algún día sea capaz de diluir en mis pensamientos ese siete de noviembre de 2007.
Hay que vivir el presente, recordando el pasado y pensando en el futuro, pero sobre todo, vivir el momento, porque el ayer no volverá y mañana quizás no estemos.
Pero los recuerdos nos marcan en positivo y negativo, y tenemos la gran suerte de no poder almacenarlo todo y poseer una memoria selectiva para poder filtrar pensamientos y recuerdos.
Recuerdo olores de infancia que me trasladan en el tiempo y seguir conversaciones con mi madrina que ya hace tiempo que su presencia física se fue pero que sigue viva en pensamientos y conversaciones cotidianas con mis padres, hermanos o amigos que a raíz de una comida o alguna palabra, nos la ha recordado a todos.
Siempre me han dicho que una persona que nos ha dejado, sigue viviendo mientras la recordemos. He perdido familiares y amigos, al principio los recuerdas con pena, pero esa pena con el tiempo se convierte en buenos momentos cuando por alguna razón algo te hace pensar en ellos y de repente hace que te saque una sonrisa. Y es verdad, su presencia te acompaña.
Un lugar o una imagen o una palabra en cualquier momento te traslada a momentos maravillosos que te han marcado el aprendizaje por un profesor de tu infancia, una película, un libro o una canción.
Las fechas parece que no son importantes porque los recuerdos forman parte del día a día y de cualquier momento, pero a veces la mente traiciona y cuando intentas que algún recuerdo negativo se borre para siempre, cuando menos te lo esperas, año tras año, te persigue y te traslada a ese fatídico momento que cambió para siempre el rumbo de tu vida involuntariamente y marcó un inicio de otra existencia.
Por ello he aprendido a dejarme llevar, a no luchar contra los recuerdos no tan buenos porque están ahí y no queda màs remedio que convivir con ellos. Tratar de pasar las fechas concretas lo mejor posible porque luego pasará, habrá algún momento durante el año que te marque más o menos porque forma parte de tu ser, pero seguirás recordando la dulzura y ternura que te produce una persona, un libro, una palabra, un olor o una imagen.
Ojalá algún día sea capaz de diluir en mis pensamientos ese siete de noviembre de 2007.
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