LA IMPORTANCIA DE LA ACTITUD
Hace muchos años que convivo con enfermedades.
Cuando tenía siete años, mi abuelo del alma
tuvo un ictus, con el cual convivimos con total normalidad durante unos años,
cuidándole y disfrutando con él.
Más tarde en mi adolescencia nos enfrentamos a una enfermedad mental, un
trastorno bipolar, de mi madre.
En mi edad adulta, las enfermedades de mis
hijas, crónicas, a sus cortas edades, una conocida y la otra poco frecuente.
Ahora nos ha tocado el maldito cáncer de mi
padre, contra el que estamos luchando en estos momentos.
Todas ellas me han aportado conocimiento,
serenidad, miedo, impotencia, pero no todo son aspectos negativos. La palabra
enfermedad suele llevar asociada negatividad y rechazo en sí misma.
El denominador común a todas ellas, tan
diferentes en el tiempo, en mi vida, en tratamientos, quizás en gravedad o
conocimiento, es la gran profesionalidad del equipo sanitario y social que hay
detrás: médicos, enfermeras, auxiliares, celadores,limpiadoras, administrativos,
asociaciones, voluntarios, familia y amigos. El esfuerzo personal aparte del
profesional, de todos los que se implican en el proceso, la empatía con otra
gente que vas encontrando en los pasillos de consultas y hospitales, personas
que entran a formar parte de tu vida poco a poco.
Otras personas que han pasado por los mismos
procesos que tú y que tienen la capacidad y medios para compartirlo y sentirte
acompañado a través de libros o artículos en redes sociales, que ayudan más de
lo que creen, como Carles Capdevila, o otras personas famosas que han utilizado
su fama para ayudar a los demás porque saben de la necesidad de compartir estas
duras experiencias, y de transmitir esperanza a los que empiezan el proceso.
Superación gracias a la fuerza interior que
sale en los peores momentos, amor incondicional a través de una mirada, abrazos
que significan comprensión, palabras que son un bálsamo para el corazón, silencios
acompañados que ayudan a ordenar pensamientos absurdos...
Otro aspecto que conparten todas las
enfermedades es la importancia de la
actitud del paciente y de los que le rodean, acompañados constantemente de profesionales
que no sólo ejercen la medicina química al paciente, sino que cuidan de su
entorno más próximo porque se sabe que la medicina por sí sola no cura,
necesita de la positividad de la persona que se enfrenta a la enfermedad y
tratamientos.
El amor, la lucha, la actitud, son capaces de romper
estadísticas.
Eso no significa que no haya días malos,
malísimos, necesarios para continuar, ganas de tirar la toalla y hundirte en tu
desgracia, pero de nada sirve dejarse llevar por el desánimo y la autocompasión
normal a la que inevitablemente se cae cuando las informaciones no son las
deseadas o esperadas.
Cuando parece que has llegado al fin de una
fase, de repente otra mala noticia, porque es verdad que nunca viene una sola
noticia mala, y el cansancio ya ha hecho mella en el cuerpo y en la mente, pero
de repente vuelve a salir el espíritu luchador de alguno de los miembros del “
equipo” que tira de los demás.
Mientras hay vida, hay esperanza, y a pesar de
encontrarte en una fase de bajón, hospitalización, efectos no deseados de la medicación, siempre hay una
luz y momentos de risas, historias, sueños, ilusiones, que vamos compartiendo
entre nosotros, una imagen, una palabra, que hace que el día a día sea más
llevadero y se acerque una etapa mejor.
Hoy, día de la discapacidad, reflexiono sobre
ella, sobre lo que lleva a ella, la enfermedad, y no me viene a la cabeza lo negativo,
sino personas que han hecho que mi vida sea plena a pesar de las circunstancias,
lo que he aprendido a través de ella y la oportunidad de no perderme en el
laberinto que me describió mi querido amigo Antonio Bañón en el prólogo de mi
libro, en el que veo muchas salidas y me he acostumbrado a vivir en él con
alegría y energía.
Port de Pollença,
2 de diciembre de 2016
Iliana
Capllonch
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