LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL


Hace casi dos semanas que no puedo escribir, simplemente me he convertido en un autómata que va sobreviviendo como puede.

No me apetece entrar en las redes sociales, simplemente teletrabajo, hago comidas, ejercicio, y apenas me concentro para leer y duermo mal. En la familia parece que vamos cayendo y levantándonos con la misma facilidad.

Han fallecido personas cercanas a mi entorno y ni siquiera las he podido acompañar en su duelo más que por el frío teléfono o whatsapp; ha sido el cumpleaños de mi padre, el más familiar que he conocido nunca, y hemos tenido que hacer una celebración improvisada por videoconferencia; me agobia pensar en todos los amigos y conocidos que han perdido su trabajo por trabajar en turismo en mi pueblo y no puedo parar de pensar en ellos; tengo a mis vecinos más pequeños subiéndose por las paredes y me provocan tristeza pensar en cómo se sienten; salgo a comprar y veo miradas de desconfianza y silencio donde solía haber encuentros y tertulias; pienso en cómo va a ser el desconfinamiento y me produce inseguridad e inquietud… imagino que mucha personas pasan lo mismo que yo porque lo he comentado con amigos y leído en prensa.

Cada día hablo con mis padres y hermanos por whatsapp o videoconferencia y ayer sólo con escuchar la voz de mi hermana me saltaron las lágrimas, al igual que por la tarde hablando con mi mejor amiga, pediatra reumatóloga antes de Son Dureta y Son Espases que trató a mi hija y ahora en La Fe de Valencia. Hablamos de toda esta situación y de cómo lo llevábamos y de repente me envió una foto de ella con sus compañeros de pediatría del hospital de La Fe de Valencia y me dijo “Yo también necesito que vosotros estéis bien, si no la incertidumbre y el miedo me podrán a mí también… y que todos haremos falta para salir con ilusión de ésta…” En ese preciso momento el interruptor de mi cabeza se activó y me puse en marcha para intentar revertir esos pensamientos de nuevo, ya que los que están en primera línea de lucha contra este maldito virus, lo hacen con la esperanza de que los demás estemos bien para ellos poder continuar, y eso lo refleja la bonita imagen que me pasó y que quiero compartir, porque nos necesitan bien y fuertes para salir de ésta como me manifestó Lucía, mi amiga, mi ángel de la guarda, que me levanta una y otra vez desde hace 12 años.

Cuando os desaniméis, buscad a vuestra Lucía para poder ver la luz al final del túnel.

Ya queda un día menos.

                                                                                              Iliana Capllonch Cerdà.
                                                                                              19 de abril de 2020

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