EL BARCO (2ªPARTE)

EL BARCO  (2ªPARTE)
Iliana Capllonch
Os hablaba en mi anterior entrada al blog sobre el barco y la vida humana…
El barco a veces navega sin rumbo fijo y el capitán se relaja. Nunca está preparado para un ciclón inesperado de duración indeterminada, pero lo aguanta como puede.
Cuando atraca en el puerto para la revisión, al capitán le salen sus miedos, sus temores y se reflejan en un tremendo cansancio físico y psíquico que requiere descanso, pero al tratarse de alguien activo e infatigable le cuesta conciliar el sueño, se le intenta convencer por todos los medios que lo haga pero hasta que no lo acepte por él mismo no lo hace.
Sabe que el mar es peligroso y traidor, que muchos barcos que salen a veces no vuelven y naufragan o se hunden, porque a veces ante una calma aparente se forma un ciclón que te envuelve y no te permite ver ni siquiera el horizonte y te desorienta de hacia dónde ir para poder atracar.
Mientras le hacen la puesta a punto al barco al capitán le surgen dudas sobre si merece la pena emprender de nuevo otro viaje, se sienta al borde del mar y lo observa, un mar que le envuelve el cuerpo, le invade el corazón, al que sueña, que le ayuda a respirar, precioso cuando está en calma en un día soleado y maravilloso cuando hay un día gris, está picado y produce una escala de colores verdes, azules y grises que tantos pintores intentan captar con sus pinceles.
De repente alguien le toca en el brazo, le despierta de sus pensamientos y le propone un nuevo viaje. Le comenta que lo quiere emprender con él porque es el que más experiencia tiene en el mar y decide recapitanear su barco en busca de nuevas aventuras. El motor está lleno de combustible, las fisuras del casco están enmendadas y el capitán descansado se ve con energía.
Los viajeros se suben al barco con ilusión de vivir nuevas experiencias, aunque conscientes de que pueden encontrar temporales, pero confían en la fortaleza del capitán y se arriesgan a vivir la aventura, porque les gusta el mar, con sus calmas y sus tempestades, porque es mejor vivir que quedarse a observar la vida desde el puerto sin conocer los placeres de la transparencia de las aguas en calma o los grises y la sensación de vértigo de las olas, o la compañía de las gaviotas y los delfines durante la navegación, o del goce de atracar en distintos puertos donde sube y baja gente que disfruta del viaje.


                                                                              Palma de Mallorca, 13 de noviembre de 2014

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