PEQUEÑOS GRANDES PLACERES DE LA VIDA
Estoy leyendo y de repente me vienen a la memoria recuerdos de mis primeras
lecturas, las de los tebeos, las aventuras de Los Cinco, Los Hollister, Puck, o
las revistas que hojeaba en la peluquería de mi madre mientras escuchaba hablar
a las clientas, algunas hablando idiomas que por aquel entonces no entendía,
como el inglés o francés, algo que me despertó el interés por aprender idiomas
para comunicarme y escuchar atentamente las historias que más tarde mi madre
nos contaría, de esos países que nos quedaban tan lejanos y tan cercanos a la
vez, ya que al trabajar en un municipio turístico en un comercio de servicio,
las últimas novedades llegaban de primera mano con las turistas que también se
arreglaban y se relacionaban con la gente del pueblo. Al igual que las que nos
contaba también mi padre, que le pasaba lo mismo por trabajar en hostelería
donde se relacionaba con muchísima gente y nos inculcó el valor de las
relaciones sociales.
Más adelante devoraba y me introducía en el maravilloso mundo de lecturas
que me recomendaba mi madre, y era capaz de viajar a cualquier parte del mundo
desde cualquier sitio de mi casa o donde me llevara el libro para poder leer.
Empatizaba con los personajes que me despertaban sentimientos de risa o llanto,
me imaginaba los lugares que describía el autor y me trasladaba a las
diferentes épocas que describía, de tal manera que me parecía ser un personaje
más.
Historias todas ellas, desde las aventuras infantiles, biografías de
personajes de diversos lugares del mundo, o novelas que me despertaron la
inquietud de la curiosidad por saber cómo se vive en otros lugares y el por qué
se dan diferencias de la realidad social en otros países en la misma época.
Más adelante la lectura de los periódicos y de las lecturas recomendadas en
los colegios, institutos y universidad, siempre con el contacto de diferentes
personas de diferentes lugares gracias a nuestros visitantes a nuestro
maravilloso municipio. Aparte de las lecturas, gracias a haber aprendido el
inglés y un poco de alemán y francés, poder hablar con gente de diferentes
lugares del mundo y de distintas edades, fue una oportunidad de viajar sin
moverme de mi casa, en un momento en que todavía no existía internet o tantos
canales televisivos donde se puede viajar a través de un buen documental que
actualmente está al alcance de todos.
No sé muy bien cómo, en poco tiempo relativamente, se ha cambiado la manera
de leer, se ha pasado de un libro de papel que me enamoraba de un flechazo por
su portada, su título o el olor de sus hojas, al libro electrónico o digital,
las redes sociales que están repletas de información actualizada de cualquier
parte del mundo y de cualquier tema, al que me cuesta un poco adaptarme. No voy
a negarme que me gusta estar en contacto directo con personas que no tengo al
alcance diario, pero me gustan las relaciones directas con las personas de
diferentes generaciones para comentar una noticia, un libro, algo cotidiano y
saber de primera mano las inquietudes de las personas mayores y de las
jóvenes a la vez, para poder aportar y
ser escuchada a la vez.
Me encanta poder compartir las inquietudes de mis hijas y sus amigos, las
de mis hermanos y amigos de mi generación y las de mis padres y los suyos, creo
que enriquece tanto como el placer de leer un buen libro y compartir experiencias,
inquietudes, soluciones, proyectos.
Leer, aprender, escuchar, compartir, reflexionar, aportar, escribir, verbos
que me han enseñado los libros y las personas que he tenido la oportunidad de
tener a mi lado, familia, profesores, amigos, lecturas,… pequeños grandes
placeres de la vida.
Palma
de Mallorca, 20 de enero de 2019
Iliana
Capllonch Cerdà
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