¿SOY MALA MADRE?
Después de unas semanas de desconexión de mis redes sociales para poder
pensar y descansar mi cabeza, tengo ganas de escribir sobre la maternidad a
raíz de una conversación que mantuve con una compañera de trabajo, que me dijo:
¿soy buena madre?
Justamente ahora hace dieciocho años que concebí a mi hija mayor, mi mayor
alegría compartida con todos los míos, lo mejor que me pudo pasar en la vida, y
tras años de experiencia en el mundo de la maternidad, con dos hijas ya
adolescentes, reflexiono esta pregunta de: ¿soy mala madre? Que me he hecho
frecuentemente durante estos dieciocho años.
Mi modelo de madre se basó en la mía, que a la vez perdió la suya con tan
solo siete añitos, con lo cual no tenía modelo en el que apoyarse, pero a la
que todavía acudo para llorar, reír, pedir consejos y ser mi referente de buena
madre.
A veces me planteo si he sido buena madre cuando leo artículos sobre padres
e hijos, cuando se habla de la educación, ya que me siento distinta cuando veo
que jamás he ayudado a mis hijas a hacer los deberes o trabajos escolares
porque, como me decían mis padres, era su deber y trabajo en ese momento y su
obligación era hacerlos, bien o mal, pero hacerlos por sí mismos porque si lo
hacían bien, era señal que habían comprendido lo que habían estudiado, y si lo
hacían mal, significaba que debían poner más esfuerzo en lo que era su trabajo,
y que siempre en la vida van a cometer errores que con esfuerzo se pueden
enmendar. Hay que aprender que equivocarse forma parte de la vida y que no pasa
nada siempre y cuando se reconozca y se intente rectificar.
Me he sentido mal cuando mis hijas han venido a casa quejándose de un
profesor y yo en lugar de achucharlas y defenderlas, les he cuestionado si
quizás han sido ellas que no han sabido expresar con educación y argumentos lo
que han hablado con el profesor, aunque haya podido tener mis dudas,
manteniéndome firme en el respeto a los profesores que lo que quieren es
enseñar a sus alumnos ya que ellos ya saben lo que están enseñando y la obligación
de los niños es aprender haciendo oír sus quejas o preguntas con educación y
argumentación.
Me he cuestionado si hice bien cuando escribí nuestra historia basada, al
fin y al cabo, en nuestras vidas a través de sus enfermedades, traspasando la
barrera de su intimidad, porque en definitiva es algo muy suyo, para intentar
ayudar a otras familias, quizás por egoísmo
y sentirme bien por ayudar a los demás.
No sé si he hecho bien de invitarlas a acompañarnos a su padre y a mí desde
bien pequeñas a manifestaciones para reclamar nuestros derechos, ya sea por la
igualdad, por la defensa de una de sus lenguas maternas que es el catalán, o en
contra de la violencia, entre otras, como dejarlas no ir a clase al día
siguiente de las elecciones donde yo me presentaba en ámbito local porque han
querido estar en el recuento de votos o en los mítines de campaña, ¿es
adoctrinamiento enseñarles el funcionamiento de la democracia desde pequeños?
¿He sido mala madre por querer que tengan criterio propio desde pequeñas
tratándolas como pequeños seres humanos integrándolas en tertulias con mayores
y no como niños pequeños que no entienden nada y explicarles las cosas buenas y
malas desde pequeñas en un lenguaje comprensible para ellas?
¿Hago bien dejándolas salir de noche a fiestas con gente de su edad, aunque
sepa los peligros que existen, para que disfruten de la vida?
¿Es malo querer que
intenten comprender a los demás a través de la escucha activa y de que intenten
ponerse en lugar del otro para no caer en el error del etiquetaje a las
personas por haber tenido ciertos comportamientos?
No soy capaz de violar su intimidad mirando sus móviles, aunque confieso
que me da pánico lo que puedan hacerles por desconocer este mundo. Procuro
hablar mucho de mis temores para crearles una confianza pero a la vez sean
cautas y que cuenten con nosotros ante cualquier miedo, duda o peligro que
vean. Este mundo es desconocido para mí.
¿He sido mala madre cuando les he dejado venir al hospital, aún teniendo
exámenes, por querer estar al lado de su familia cuando su abuelo ha estado mal
y consentir que no estudien?
¿Soy mala madre por no ayudar a mi hija mayor a escoger carrera
universitaria para que empiece a ser independiente y decirle que no pasa nada
si se equivoca, pero que sea su equivocación la que la haga desandar el camino,
que no será pérdida de tiempo porque será experiencia, pero que es su vida y no
la mía, que es su sueño y no el mío el que debe perseguir con ilusión?
Siempre ando cuestionándome si lo hago bien, si soy buena madre, si estoy a
la altura de los nuevos tiempos, si no soy demasiado estricta, si no hago lo
que debo comparándome con otras familias con las que hablo que tienen hijos de
las edades de las mías.
A veces han sido ellas que me han tenido que cuidar porque no me he tenido
en pie, y yo siento que no he hecho lo suficiente por ellas.
Pero simplemente he hecho lo que el corazón me ha dictado en cada momento y
en cada circunstancia, con mucho amor y actuando desde el sentido común y
capeando los temporales y disfrutando de las calmas.
No sé si he sido, soy o seré buena madre, lo que sí sé, es que es de lo que
más orgullosa estoy en esta vida, de acompañarles en este camino denominado
vida que ha hecho que todo tenga sentido para mí.
Palma de Mallorca, 27 de marzo de 2018
Iliana Capllonch
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