GRACIAS MALALA, POR DEFENDER LOS DERECHOS DE LAS NIÑAS Y NIÑOS

Hoy me he alegrado mucho de ver en la noticias que Malala, la niña que defiende la escolarización de todos los niños y niñas del mundo (así se describe ella misma), y a la que los talibanes intentaron callar y consiguieron darle más voz, recogía el Premio Nobel de la Paz. Un Premio muy merecido a una jovencita con muchos valores y unas convicciones serenas y claras.
Precisamente el viernes pasado entré en una librería con mi hija Claudia para comprarnos algún libro y yo escogí el de “Malala, mi historia”, escrito por ella misma, el cual he devorado durante este fin de semana.
Cuando lo leía y veía que Malala pedía poder estudiar y aprender y lo explicaba con tanta dignidad y rotundidad; y defendía con tan solo once años el derecho a las niñas a continuar estudiando porque a esa edad en su país muchas niñas ya están obligadas a dejar de estudiar para contraer matrimonio y cuidar de sus familias, pensé en mi hija pequeña que precisamente tiene once años y vi lo diferente que es nacer en el seno de una familia u otra en función de dónde nazcas.
Las similitudes entre los niños, a pesar de la religión, la lengua o el país de nacimiento, son los valores y sus derechos fundamentales, las ganas de jugar, de aprender, de relacionarse, de pelearse con sus hermanos, de tener “mejores amigas”, todo lo que necesitan para crecer, cariño de los suyos, algo que no es material, sino que se puede dar simplemente estando con ellos, escuchándoles, respetándoles, abrazándoles, regañándoles,… ¡y es que la infancia es tan bonita! En sus recuerdos permanecerán los sentimientos, las personas que les marcan, la educación, y no las cosas materiales que no sustituyen las palabras o el tiempo que se les dedique.
Malala con once años era una niña que jugaba con sus amigas, se peleaba con sus hermanos y a la vez defendía ya en un blog y dando conferencias, la educación de las niñas y niños del mundo. Todo ello con el respaldo de su padre, gran defensor de la educación, su madre que pudo aprender a leer a la vez que su hija y que les apoyaba a los dos a pesar de los peligros que sabía que conllevaba.
Creo que es un libro que debería darse a leer a nuestros adolescentes para que se den realmente cuenta de la importancia que tiene la educación y que valoren el saber defenderla como lo hace Malala, una adolescente que añora poder volver un día a su país con su familia y que lucha por el derecho de los demás.

                                                                                             
                                                                                 Palma de Mallorca, 10 de diciembre de 2014

                                                                                              Iliana Capllonch

Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

XI Encuentro de Enfermedades Minoritarias y Discapacidad Menorca febrero 2024

UN COLEGIO OFICIAL O PROFESIONAL

Agradecimiento colectivo enfermería Son Espases