EL MAR
Nací en un pueblo de mar
y mis abuelos se dedicaban al mar, uno pescaba y el otro capitaneaba en alta
mar. Ambos me enseñaron un inmenso respeto al mar y un gran amor hacia él. Por ello
en el único lugar donde realmente encuentro paz y sosiego tras un largo período
de estrés, es navegando por las maravillosas aguas de mi querida bahía.
Cuando mi padre nos lleva
hasta Formentor o a recorrer lentamente a ritmo del motor de la embarcación que
tanto cuida, o a navegar por las calas de la bahía, me invade una felicidad y una
tranquilidad que no experimento en ningún otro sitio. Como normalmente lo
hacemos en familia, y no me hace falta nada más que lo que llevamos puesto y poco
más, siento que el mundo puede parar en ese preciso instante porque alcanzo el
máximo de bienestar físico y emocional, me siento la persona más privilegiada
del mundo por haber nacido en el seno de una familia como la que tengo y en el
lugar donde estoy.
No me extraña que tantos
poetas y cantantes se inspiren en nuestro Mediterráneo que tantas cosas bonitas
nos ofrece.
Estos sentimientos los
comparten mis hijas, una de ellas más todavía que ha descubierto el placer de
la navegación a vela y que desea cumplir la edad necesaria para sacarse el
título de patrón de embarcación para poder navegar con la barca de su abuelo.
Generaciones de respeto y
amor por el mar.
Precisamente el otro día
en una reunión me gustó lo que dijo un señor, quien quiere el mar y lo respeta,
lo cuida, y me hizo reflexionar porque es una gran verdad, difícilmente una
persona que ha crecido en estos valores va a querer ensuciar o destrozar lo que
considera maravilloso cada vez que va y que desea seguir haciéndolo.
La vida es más sencilla
de lo que creemos, nos la complicamos las personas. Podemos ser felices con muy
poco si realmente lo deseamos. Hay que recuperar los valores, el amor por lo
que tenemos, no hay nada peor que la envidia de lo que no se tiene o no se
puede alcanzar.
Querer y respetar
significa cuidar, en todos los sentidos, las personas, el mar, tu hogar, tu
pueblo, tus amigos, aprender a valorar las pequeñas cosas que nos ha ofrecido
la vida.
Port de Pollença, 7 de
mayo de 2015
Iliana Capllonch Cerdà
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