IMPOTENCIA
Ayer por la tarde recibí un correo con una noticia muy triste, el fallecimiento de un joven de 40 años debido a una larga enfermedad, de esas minoritarias e invisibles de las que tanto he hablado durante estos últimos tiempos.
Hace cerca de seis años, en la presentación del libro que escribí junto a mi marido y la reumatóloga de mi hija pequeña, conocí a tres mujeres que a partir de ese momento formarían parte de mi vida, Paquita, Eugenia y Rosa. Tres luchadoras natas, dos madres de pacientes de enfermedades minoritarias y una paciente de una de ellas.
Las tres están al frente de la asociación balear de inmunodeficiencias primarias (ABADIP) y acuden a cualquier tipo de llamada o evento al que las invite, siempre juntas y sonrientes, recogiendo ideas y organizando con sus pocos recursos talleres o jornadas de sensibilización.
Ayer tristemente nos dejó el hijo de Paquita, una gran mujer, fuerte, de ideas fijas y de un carácter solidario y amable de la cual he aprendido a luchar.
Hoy la he acompañado un rato, y por supuesto Rosa estaba allí, y Carlos, el presidente de la asociación Española de inmunodeficiencias primarias (AEDIP), venido expresamente de Madrid a acompañar a la familia y amigos en tan triste acontecimiento. Mucha gente en un ambiente de rabia e indignación por la juventud de esta persona que ha luchado por superar cualquier obstáculo con dignidad y coraje.
Cuando te encuentras ante este tipo de situaciones sobran las palabras, desde el mundo asociativo donde tanto luchamos no hace falta hablar, una mirada es suficiente para transmitir los sentimientos que suceden dentro de cada uno de nosotros:rabia, impotencia, dolor, miedo. Todos sentimos lo mismo, familiares, personal sanitario, amigos, asociaciones.
Ahora somos uno menos y debemos cuidar de esa madre que tanto ha hecho por su hijo y por la sociedad.
Palma de Mallorca, 11 de septiembre de 2015
Iliana Capllonch
Hace cerca de seis años, en la presentación del libro que escribí junto a mi marido y la reumatóloga de mi hija pequeña, conocí a tres mujeres que a partir de ese momento formarían parte de mi vida, Paquita, Eugenia y Rosa. Tres luchadoras natas, dos madres de pacientes de enfermedades minoritarias y una paciente de una de ellas.
Las tres están al frente de la asociación balear de inmunodeficiencias primarias (ABADIP) y acuden a cualquier tipo de llamada o evento al que las invite, siempre juntas y sonrientes, recogiendo ideas y organizando con sus pocos recursos talleres o jornadas de sensibilización.
Ayer tristemente nos dejó el hijo de Paquita, una gran mujer, fuerte, de ideas fijas y de un carácter solidario y amable de la cual he aprendido a luchar.
Hoy la he acompañado un rato, y por supuesto Rosa estaba allí, y Carlos, el presidente de la asociación Española de inmunodeficiencias primarias (AEDIP), venido expresamente de Madrid a acompañar a la familia y amigos en tan triste acontecimiento. Mucha gente en un ambiente de rabia e indignación por la juventud de esta persona que ha luchado por superar cualquier obstáculo con dignidad y coraje.
Cuando te encuentras ante este tipo de situaciones sobran las palabras, desde el mundo asociativo donde tanto luchamos no hace falta hablar, una mirada es suficiente para transmitir los sentimientos que suceden dentro de cada uno de nosotros:rabia, impotencia, dolor, miedo. Todos sentimos lo mismo, familiares, personal sanitario, amigos, asociaciones.
Ahora somos uno menos y debemos cuidar de esa madre que tanto ha hecho por su hijo y por la sociedad.
Palma de Mallorca, 11 de septiembre de 2015
Iliana Capllonch
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada