INEXPERIENCIA
Nacemos sin saber hacer nada más que comer, llorar y dormir y con el paso
del tiempo aprendemos lo que nos enseñan nuestros padres, hermanos, amigos,
profesores y así se adquieren los conocimientos y experiencia.
No hay nada más bonito en el mundo que aprender, y a mis cuarenta y tres
años sigo aprendiendo todos los días.
La experiencia en cualquier aspecto es un grado, aunque se aprende a base
de caídas, de levantarse, como cuando se aprende a leer y todos los conocimientos
adquiridos los vamos acumulando en nuestro ser. De pequeños el abecedario o las
tablas de multiplicar se hacen difíciles, pero una vez lo tenemos estudiado
leemos y utilizamos los números como si siempre lo hubiéramos hecho. Siempre
hay que ir a lo básico para llegar a lo complicado. Los límites se los marca la
misma persona. Querer es poder con la adecuada actitud.
Siempre necesitamos la ayuda de los demás para aprender, alguien que nos
enseñe y luego tal vez nosotros mismos seremos los que podamos enseñar a los demás,
a nuestros hijos, por ejemplo, con diferentes métodos utilizados por nuestros
antecesores, pero con la misma esencia. Por tanto está claro que somos seres
sociales y necesitamos de los demás para vivir en sociedad.
No todos tenemos las mismas aptitudes, unos son mejores en ciencias, otros
en letras, pero todos somos necesarios para poder formar equipos de trabajo, de
discusión, de amistad…
Lo importante en esta vida es querer aprender y la actitud ante los retos.
La experiencia inicial para empezar un proyecto puede que también sea requisito
pero no indispensable, ya que si no se tiene oportunidad de demostrar si se
vale o no para algo, es imposible adquirirla.
Por ello hay que dar oportunidades a las personas para adquirir
experiencia, para ser padres, iniciar una profesión, un proyecto, una idea, ya
que si no es imposible demostrar esa experiencia, siempre tiene que haber una
primera vez.
Palma
de Mallorca, 4 de junio de 2015
Iliana
Capllonch Cerdà
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